EJERCICIO DE TRIDUO A NUESTRO PADRE JESÚS ATADO A LA COLUMNA
Por la señal de Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
ORACIÓN
Postrado a tus pies, Señor, vengo a mostrarte mi corazón seco y marchito por amarga pena. Quiero quejarme, Señor, y pedirte el remedio de mi aflicción, puesto que eres mi amoroso Padre, mi refugio, mi consuelo y mi esperanza.
Mi tribulación es justa y no conforme a lo que merezco por mis pecados; pero ya no puedo resistir, aunque mi espíritu está conforme con tu santa voluntad.
Templa, Señor, tus enojos y mira que, en medio de mi pequeñez, reconozco tu grandeza; mira, centro de bondad, lo que te pido con fe y que puedes darme por tu grandeza y humildad. Socorre mi necesidad al acudir ante ti, Señor Atado a la Comuna, por los tormentos que sufriste por nuestra redención.
Amén.
Tres Padrenuestros
Pídase la gracia que se desee alcanzar
ORACIÓN FINAL
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una criatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que, con renovado entusiasmo, podamos llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Reina de la Paz, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.